Soy Arantxa Gállego, y los que me conocen saben que… «No poseo el don de la brevedad, ese por el que alguien te cuenta que ha ido a comprar pan, que, de paso, ha traído un ramo de flores, y ya. Yo te podría decir que estaba nublado y que, delante de mí, una mujer con un pelo rizado imposible se quejaba de reuma mientras el panadero, que es un chico muy simpático, le decía que él tenía lumbago y había dormido regulín. En la calle hacía fresco, y me sentí triste porque ya no quedan casi días de vivir sin calcetines. Entonces, vi en su quiosco a la florista, que es una cotilla y siempre tiene pochas las rosas. Para animarme, me compré un ramo de margaritas, que son baratas, duran mucho y a mi abuela le encantaban, porque traen buena suerte; sobre todo, las amarillas.»
Escribe Amaya Ascunce, Directora digital de ELLE.es, que en su artículo hablaba de mí ¡sin saberlo! Yo, desde luego, no lo hubiera hecho mejor. Sólo diré en mi defensa que… «Dios está en los detalles.»
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